[OPINIÓN] BUD SPENCER & TERENCE HILL: SLAP AND BEANS

Bud Spencer y Terence Hill, Terence Hill y Bud Spencer; dos actores que se comieron las pantallas de medio mundo con unas películas tan divertidas como locas. Casi se podría decir que inventaron un género propio: la comedia de mamporros. Múltiples son los títulos que llamaron la atención de productores para exportar el cine italiano al resto del globo: “Le llamaba trinidad”, “Y si no, nos enfadamos”, “Y en nochebuena… ¡Se armó el belén!” Clásicos de los 70-80 pero que llegaron a generaciones posteriores incluso.

Una base sólida con decenas de películas a sus espaldas para poder crear un juego con referencias de todo tipo. Y en el que el género estaba claro: «Beat’em up». Eso mismo debieron pensar la gente de Trinity Team Games, también italianos de origen. Una forma de darle visibilidad de nuevo al producto patrio.

Un juego para honrar a dos grandes

Lo primero que quiero comentar es que Bud Spencer & Terence Hill: Slap and Beans es una oda a la carrera de Carlo Pedersoli y Mario Girotti, los verdaderos nombres de Bud y Terence. Cada fase es un viaje a una sus películas tanto por la ambientación, el estilo; como por la música. Han metido temas sacados directamente de su obra en el celuloide y a poco que hayas pasado una o dos tardes viéndoles pegar coscorrones, pronto recordarás la música de acompañamiento. El cariño con el que se trabajado sobre la historia de los personajes está fuera de toda duda. Consiguen hacernos partícipes de esa época gloriosa del cine italiano, con coproducciones españolas en algunos casos.

Y hay que decir que el estilo gráfico le queda como un guante. Nada más verlo te retrotrae a esas aventuras gráficas de Lucas Arts de finales de los 80 e inicios de los 90. Ese “pixel art” tan característico que con matices y mejoras entre juego y juego se pudo ver en Monkey Island o Indiana Jones. Hasta esas fuentes de letra tan pixeladas con colores de todo tipo que identificaban a cada uno de los personajes. Todo un acierto por parte de Trinity Team Games para conseguir un juego llamativo y que evoque al pasado desde el principio.

Dudo que nadie tenga una queja con el apartado audiovisual de Slap and Beans.

Unas tortas un poco descafeinadas

Tenemos en Slap and Beans un juego con un apartado visual, sonoro, de ambientación… a la altura. Y aquí viene el gran pero, porque recordemos que estamos hablando de videojuegos, jugablamente no funciona. No es un producto tan redondo como cabría esperar. Es de los beat’em up que peores sensaciones me han dejado como jugador.

Entrando en el lío. Como un buen Beat’em up que se precio, todo el sistema jugable se basa en dar golpes a multitud de enemigos, coger elementos de recuperación de salud, combos, armas con las que tener ventaja sobre el rival, jefes finales… En este caso tenemos más o menos lo básico: golpe fuerte, golpe débil, ataque en carrera, “parry” y lanzar objetos o enemigos que recogemos del suelo. El problema está en que cada golpe no da buenas sensaciones mientras juegas. El golpe fuerte que debería ser mortífero, no parece hacer daño –de manera visual- al enemigo, el débil más que concatenar uno detrás de otro en un combo con diferentes animaciones, es una sucesión de golpes que hace retroceder al contrario sin tampoco notar su efectividad de algún modo. Y encima es que tienes que estar machacando el botón durante un rato para acabar con cualquier masilla. Resulte más cansino que satisfactorio en el reto.

Porque además el juego abusa de mandarte decenas y decenas de enemigos sin orden ni concierto. Ya no es gratificante enfrentarte a unos pocos, contra una legión de ellos menos aún. Que además no destacan por su variedad y solo cambian visualmente para adecuarse al contexto de cada fase: piratas en una isla paradisiaca, vaqueros en el lejano oeste…

Por otro lado, hay un problema con la detección de golpes, el «hitbox». Muchas veces, y pese a estar al lado de un enemigo, tus golpes afectan a alguien que está en otro plano del eje en el que te encuentras. A alguien por encima o por debajo de tu personaje. Cuando te están partiendo la cara a tu lado y por culpa de eso no puedes defenderte, es realmente frustrante.

Pero es que lo peor viene cuando aparecen los minijuegos. Funcionan igual o peor que el resto del juego y resultan hasta menos divertidos. Lo cual es preocupante. Se supone que están para aportar mayor variedad a la partida pero acaban pareciendo más un peaje para poder seguir que otra cosa.

Sinceramente, pese a que es un juego corto, y que en una o dos sentadas te lo puedes llegar a pasar, se hace tan tedioso y pesado que es difícilmente soportable más de 10 o 20 minutos.

Lo que podría haber sido un juego para pelearse contra los grandes «Yo contra el barrio» de recreativas simplemente por carisma, acaba convirtiéndose en un título tedioso y repetitivo donde los haya. Ni todo el cariño que se le pueda tener a Bud Spencer y Terence Hill, como es mi caso, consigue hacer olvidar que falla en lo más capital de un videojuego, la jugabilidad. Una pena que tanto cariño y esfuerzo por recoger una parte de la historia del cine no haya alcanzado unas cotas mínimas de calidad y satisfacción con el mando en la mano.

Evítalo

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