[OPINIÓN] WAY OF THE PASSIVE FIST

Los Beat’em Up o “Yo contra el barrio” se suelen caracaterizar por dar “tollinas” sin ton ni son. Lo que se suele llamar un torbellino de hostias. Desde la creación del género no ha habido mucho cambio. El esquema clásico se ha mantenido perenne con apenas modificaciones, y muchos de ellos, obligados por el paso a las 3D.

Pero como siempre, ahí está el fenómeno indie para traernos de vuelta géneros olvidados y aportar nuevas ideas. Con más o menos acierto pero siempre agradecidas y de aplaudir. Insuflar aire nuevo a un mundo que cada vez está más trillado no es una tarea fácil ni mucho menos.

Way of the Passive Fist viene para aportar su granito de arena y desmarcarse de todo lo conocido hasta el punto de llegar a convertirse en otro juego completamente distinto.

Las cosas se hacen a lo grande o no se hacen.

Way of the Passive Fist entra por los ojos. Es una realidad. Es verlo en las capturas de la eShop y en seguida llama la atención. Recuerda a aquellos tiempos en las recreativas o máquinas situadas en la esquina de los bares donde los juegos con sprites grandotes y bien animados eran los reyes de la fiesta. Way of the Passive Fist no es una excepción. Esa estética pseudo Mad Max le sienta como un guante aunque a veces se eche en falta un poco más de variedad de escenarios y de entornos. Pero lo que se ve, se ve realmente bien.

No se puede decir lo mismo de la música que nos acompaña durante nuestra partidas. Las pocas canciones que componen la banda sonora van desde los temas de rock más clásicos a la música electrónica. Pero hay claros y oscuros. Algunas son realmente épicas y no se te van de la cabeza mientras que otras resultan demasiado machaconas y terminan por agotar.

Los chicos de barrio se van a la escuela de aikido

Golpes, agarres, puñetazos en la cara o lanzamiento de objetos. Son varias de las acciones típicas que se pueden encontrar en cualquier Beat’em Up. Olvidádlas todas. O al menos de la forma en la que las recordáis si sois expertos en el género. Way of the Passive Fist no se centra en atacar. Todo lo contrario. 

Como si fuéramos el protagonista de One Punch Man, con un puño seremos capaces de eliminar de la faz de la tierra a casi cualquier enemigo. Pero tiene una pega. Primero hay que cargarlo y para eso habrá que realizar contras y “parries” en el momento oportuno. Entonces es cuando un solo golpe será como una bomba atómica en pleno pecho. ¿Un Beat’em Up en el que no puedes pegar? Qué aburrimiento. Un razonamiento que podría llegar a entender. Y quien vaya buscando un juego clásico en ese sentido puede ser que se lleve una decepción. Yo mismo pensaba que me iba a encontrar una cosa para acabar dándome cuenta de que estaba en frente de algo totalmente distinto. Que no es sinónimo de estar ante un mal juego. Ni mucho menos. Pero las apariencias engañan.

Como decía, Way of the Passive Fist se basa en realizar contras y bloqueos en el momento justo. Esto hace que el juego se convierta en un juego rítmico en el que aprenderse los tempos y los movimientos de los “masillas” -permitidme la referencia Power-Rangeriana- es vital. El protagonista tiene dos tipos de movimientos para defenderse de los golpes. Una esquiva y un bloqueo. Cada uno para usarse en el momento adecuado. Hay ataques que no se pueden repeler y debemos usar el esquive; y viceversa. Además, si lo hacemos en el momento justo repercutirá en una mayor puntuación para nuestro goce particular. Según vamos realizando estas acciones con acierto, la barra de golpeo se va llenando hasta el punto de poder usar nuestro puño y destrozar a quien ose interponerse. Pero no solo eso, al más puro estilo RPG, podremos ir desbloqueando nuevas habilidades de ataque a medida que avanza el juego. Si somos lo suficientemente valientes para ahorrar esos chutes de energía defendiéndonos –cada golpe que recibamos reiniciar la barra de energía– podremos desatar el verdadero poder del puño pasivo pudiendo realizar incluso ataques que golpeen a más de un enemigo a la vez.

Al final la mezcla de estilos queda más que apañada en lo que se refiere a su apartado jugable aunque se aleje de su vertiente más tradicional. Lo que sí comparte con sus “hermanos” es una repetitividad que puede resultar cansina en sesiones largas de juego. Porque los enemigos se reutilizan con diferentes colores para parecer “nuevos”. Porque las situaciones no cambian mucho del inicio del juego al final salvo algunas trampas en los escenarios. Y porque los jefes tampoco requieren de mecánicas nuevas para vencerlos más que tener que pensar cómo usar los pocos efectivos con los que contamos para atacar y hacerles daño.

Opciones para dar y tomar

Lo que no se le puede negar a los chicos de Household Games es que dejan configurar el juego para que cada persona cree la experiencia jugable que más se adapte a sus gustos. Ya no solo es que puedas cambiar si quieres un efecto visual o no; o el mapeo de botones. Es que la dificultad del juego se puede modificar hasta el punto de elegir el número de enemigos que van a aparecer, la resistencia a nuestros golpes, si queremos o no checkpoints; entre otras cosas. Todo lo imaginable para que el juego se adapte a nosotros y no al revés.

Es un decisión por parte de la desarrolladora a agradecer y un claro indicador de que este juego ha pasado antes por el ecosistema PC donde es mucho más habitual este tipo de cuestiones que en consolas.

Way of the Passive Fist ha querido darle un lavado de cara a un género prácticamente en extinción. Distanciarse de lo conocido a la vez que atacando a ese punto nostálgico para captar nuestra atención. La idea es buena y no puede decirse que funcione mal. Si bien sí que se le echa en falta un poco más de empaque. Una experiencia más concentrada en la que quizás aumentar el ritmo y rebajar su duración -alrededor de 5 horas- habría acabado haciéndolo una obra mucho más satisfactoria. Aún así, Way of the Passive Fist es divertido, y para partidas rápidas en ratos muertos es una opción a tener en cuenta.

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